domingo, 15 de marzo de 2015

No me van a convencer...


El radicalismo ha tomado la decisión de participar en las elecciones primarias en un espacio totalmente ajeno a sus principios y posturas ideológicas.

Algo similar ocurrió hace unos años cuando se llevó al radicalismo a compartir listas con un ignoto candidato, cuyo único mérito era su capacidad económica, que lo llevaron, publicidad mediante, a haber ganado una elección legislativa... El acuerdo con el radicalismo, en la elección siguiente dejó un resultado electoral lastimoso...

Es decir, los dirigentes del partido han llevado nuevamente a la Honorable Convención a "guardar los principios en un folleto" (como diría Lebenshon).

Es verdad que deberá crearse una Multipartidaria de la Ética Política, un gran pacto contra el delito y las causas profundas del delito (la desigualdad y la corrupción). Esto es responsabilidad de todos los sectores políticos, sociales, económicos y de la actitud cotidiana de la sociedad en general.

Pero este compromiso no necesariamente debe ser expresado "electoralmente"... digamos que la expresión electoral de la ciudadanía debiera ser reflejo directo de este "supra acuerdo" nacional.

Es verdad que la República y el Sistema Democrático, como los conocemos, corre serio peligro en estos tiempos. Si se continúan planteando la disputas absolutas, con lógica de "amigo-enemigo" vamos camino a un esquema autoritario y policiaco más allá de un origen electoralmente legítimo.

También es verdad que los actores económicamente poderosos (y dueños de los medios comunicación-manipulación masiva) no pueden seguir haciendo marcar el paso a la sociedad y sus instituciones.

Ahora, hacer rejuntes para ganar elecciones no puede "decorarse" de gesta ética o republicana... eso es, al decir de don Hipólito, un sencillo y vulgar "contubernio".

Me asumo como un reumático animal antidivluviano que sigue pretendiendo que los manuales de Educación Democrática sean la guía de la "cosa pública" y no el ardor de los bolsillos...

(Seguiré ocupándome de la poesía, "cantor de cosas olvidadas", diría Yupanki).